domingo, 1 de marzo de 2015

Vergüenza #pública

Mientras conduce su utilitario la radio le expone el caso de una enferma de hepatitis C suplicando su tratamiento, muy caro para el gobierno, según se publica en los medios de comunicación en los últimos días. Lola se ha pasado la vida cotizando a la seguridad social y, ahora, se muere sin remedio. Por lo que parece, 25.000€ es el precio de su vida.

Rodolfo es un anciano. El ocaso de su vida despunta en su calendario mientras permanece secuestrado en la cama de su domicilio, sin la humanitaria prestación de un estado para el cual ha trabajado mas que nadie y cuyos frutos del progreso recoge una insolidaria generación que no está dispuesta a compartirlos. No hay presupuesto para él tampoco.
Antonio dirige la cocina de un centro hospitalario, gestionado por una empresa de restauracion colectiva, con plantilla mixta. Por un lado, el personal de la empresa privada, con una carga de trabajo importante, se afana con el objetivo de que el servicio sea excelente durante las ocho horas de jornada, excepto un merecido descanso de media hora. Hay profesionales excelentes y otros no tanto, pero Antonio les exige la misma dedicación y profesionalidad. Formación, motivación y exigencia para una plantilla que vislumbra como se prescinde de cuantos no dan la talla. Por otro lado, personal estatutario con siete horas de jornada, pero no mas de cuatro con trabajo efectivo y a un ritmo bastante más liviano, presenta una alta desmotivación como rasgo distintivo. También hay magníficos profesionales en ella, pero sin tareas que llenen su horario de trabajo y la ausencia de supervisión, la baja productividad y el alto absentismo se reflejan de forma inversamente proporcional al de la empresa privada. Sus costes salariales unitarios exceden con creces los 25.000€.

Antonio sabe que Lola y Rodolfo, junto con otras personas en su mismo estado, tendrían lo que necesitan si algunas innecesarias plazas públicas no hubieran sido cubiertas, y si la productividad en la función pública se equiparara a la de la empresa privada. -¿Porqué hay profesionales en ubicaciones que son prescindibles, y no ocupando otras necesarias? -Se pregunta conociendo perfectamente la respuesta- La inflexibilidad en la empresa pública, auspiciada por los sindicatos y agravada por una pésima gestión, es la culpable. No basta con perseguir a los ladrones de guante blanco. Miles de puestos son totalmente desaprovechados, miles de 25.000€, miles de tratamientos, miles de dependientes desatendidos, miles de ...vergüenzas.

 ¿Crees que son conscientes de ello los que ocupan esas plazas? ¿Y sus superiores?  ¿Qué soluciones propones?

Otra historia:  La casta y la chusma

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